jueves, 28 de noviembre de 2013

EVANGELII GAUDIUM - La Alegria del Evangelio

                   DEL SANTO PADRE
FRANCISCO 
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A LOS FIELES LAICOS SOBRE
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO
EN EL MUNDO ACTUAL


1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.



2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.

3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor».[1] Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!

4. Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. El profeta Isaías se dirige al Mesías esperado saludándolo con regocijo: «Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo» (9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo entre cantos: «¡Dad gritos de gozo y de júbilo!» (12,6). A quien ya lo ha visto en el horizonte, el profeta lo invita a convertirse en mensajero para los demás: «Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión, clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén» (40,9). La creación entera participa de esta alegría de la salvación: «¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! ¡Prorrumpid, montes, en cantos de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido» (49,13).
Zacarías, viendo el día del Señor, invita a dar vítores al Rey que llega «pobre y montado en un borrico»: «¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y victorioso!» (Za 9,9).
Pero quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo salvífico. Me llena de vida releer este texto: «Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo» (So 3,17). Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […] No te prives de pasar un buen día» (Si 14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas palabras!

5. El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría. Bastan algunos ejemplos: «Alégrate» es el saludo del ángel a María (Lc 1,28). La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41). En su canto María proclama: «Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador» (Lc 1,47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: «Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud» (Jn 3,29). Jesús mismo «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Su mensaje es fuente de gozo: «Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena» (Jn 15,11). Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). E insiste: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría» (Jn 16,22). Después ellos, al verlo resucitado, «se alegraron» (Jn 20,20). El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad «tomaban el alimento con alegría» (2,46). Por donde los discípulos pasaban, había «una gran alegría» (8,8), y ellos, en medio de la persecución, «se llenaban de gozo» (13,52). Un eunuco, apenas bautizado, «siguió gozoso su camino» (8,39), y el carcelero «se alegró con toda su familia por haber creído en Dios» (16,34). ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría?

6. Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26).

7. La tentación aparece frecuentemente bajo forma de excusas y reclamos, como si debieran darse innumerables condiciones para que sea posible la alegría. Esto suele suceder porque «la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría».[2] Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse. También recuerdo la genuina alegría de aquellos que, aun en medio de grandes compromisos profesionales, han sabido conservar un corazón creyente, desprendido y sencillo. De maneras variadas, esas alegrías beben en la fuente del amor siempre más grande de Dios que se nos manifestó en Jesucristo. No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».[3]

8. Sólo gracias a ese encuentro –o reencuentro– con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?


9. El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien. No deberían asombrarnos entonces algunas expresiones de san Pablo: «El amor de Cristo nos apremia» (2 Co 5,14); «¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!» (1 Co 9,16).

10. La propuesta es vivir en un nivel superior, pero no con menor intensidad: «La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás».[4] Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: «Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión».[5] Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo».[6]

Una eterna novedad

11. Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31). Cristo es el «Evangelio eterno» (Ap 14,6), y es «el mismo ayer y hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de novedad. La Iglesia no deja de asombrarse por «la profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del conocimiento de Dios» (Rm 11,33). Decía san Juan de la Cruz: «Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede entrar más adentro».[7] O bien, como afirmaba san Ireneo: «[Cristo], en su venida, ha traído consigo toda novedad».[8] Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva».

12. Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es «el primero y el más grande evangelizador».[9] En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que «Él nos amó primero» (1 Jn 4,19) y que «es Dios quien hace crecer» (1 Co 3,7). Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo.

13. Tampoco deberíamos entender la novedad de esta misión como un desarraigo, como un olvido de la historia viva que nos acoge y nos lanza hacia adelante. La memoria es una dimensión de nuestra fe que podríamos llamar «deuteronómica», en analogía con la memoria de Israel. Jesús nos deja la Eucaristía como memoria cotidiana de la Iglesia, que nos introduce cada vez más en la Pascua (cf. Lc 22,19). La alegría evangelizadora siempre brilla sobre el trasfondo de la memoria agradecida: es una gracia que necesitamos pedir. Los Apóstoles jamás olvidaron el momento en que Jesús les tocó el corazón: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). Junto con Jesús, la memoria nos hace presente «una verdadera nube de testigos» (Hb 12,1). Entre ellos, se destacan algunas personas que incidieron de manera especial para hacer brotar nuestro gozo creyente: «Acordaos de aquellos dirigentes que os anunciaron la Palabra de Dios» (Hb 13,7). A veces se trata de personas sencillas y cercanas que nos iniciaron en la vida de la fe: «Tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice» (2 Tm1,5). El creyente es fundamentalmente «memorioso».


14. En la escucha del Espíritu, que nos ayuda a reconocer comunitariamente los signos de los tiempos, del 7 al 28 de octubre de 2012 se celebró la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Allí se recordó que la nueva evangelización convoca a todos y se realiza fundamentalmente en tres ámbitos.[10] En primer lugar, mencionemos el ámbito de la pastoral ordinaria, «animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna».[11] También se incluyen en este ámbito los fieles que conservan una fe católica intensa y sincera, expresándola de diversas maneras, aunque no participen frecuentemente del culto. Esta pastoral se orienta al crecimiento de los creyentes, de manera que respondan cada vez mejor y con toda su vida al amor de Dios.
En segundo lugar, recordemos el ámbito de «las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo»,[12] no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe. La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio.
Finalmente, remarquemos que la evangelización está esencialmente conectada con la proclamación del Evangelio aquienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Muchos de ellos buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro, aun en países de antigua tradición cristiana. Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción».[13]

15. Juan Pablo II nos invitó a reconocer que «es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio» a los que están alejados de Cristo, «porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia».[14] La actividad misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia»[15] y «la causa misionera debe ser la primera».[16] ¿Qué sucedería si nos tomáramos realmente en serio esas palabras? Simplemente reconoceríamos que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos»[17] y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera».[18] Esta tarea sigue siendo la fuente de las mayores alegrías para la Iglesia: «Habrá más gozo en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7).
Propuesta y límites de esta Exhortación

16. Acepté con gusto el pedido de los Padres sinodales de redactar esta Exhortación.[19] Al hacerlo, recojo la riqueza de los trabajos del Sínodo. También he consultado a diversas personas, y procuro además expresar las preocupaciones que me mueven en este momento concreto de la obra evangelizadora de la Iglesia. Son innumerables los temas relacionados con la evangelización en el mundo actual que podrían desarrollarse aquí. Pero he renunciado a tratar detenidamente esas múltiples cuestiones que deben ser objeto de estudio y cuidadosa profundización. Tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable «descentralización».

17. Aquí he optado por proponer algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo. Dentro de ese marco, y en base a la doctrina de la Constitución dogmática Lumen gentium, decidí, entre otros temas, detenerme largamente en las siguientes cuestiones:
a) La reforma de la Iglesia en salida misionera.

b) Las tentaciones de los agentes pastorales.
c) La Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza.
d) La homilía y su preparación.
e) La inclusión social de los pobres.
f) La paz y el diálogo social.
g) Las motivaciones espirituales para la tarea misionera.
18. Me extendí en esos temas con un desarrollo que quizá podrá pareceros excesivo. Pero no lo hice con la intención de ofrecer un tratado, sino sólo para mostrar la importante incidencia práctica de esos asuntos en la tarea actual de la Iglesia. Todos ellos ayudan a perfilar un determinado estilo evangelizador que invito a asumir en cualquier actividad que se realice. Y así, de esta manera, podamos acoger, en medio de nuestro compromiso diario, la exhortación de la Palabra de Dios: «Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito, ¡alegraos!» (Flp 4,4).

martes, 29 de octubre de 2013

MARCHA DE LOS ESCARPINES

 
“Cada niño no nacido, sino condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, que antes de nacer y después a poco de haber nacido, experimentó el rechazo del mundo”.
Papa Francisco en Encuentro de Ginecólogos, 20-9-2013   
76º Marcha de los Escarpines por la defensa de la Vida
                                      La vida es una e irrepetible, respetémosla

MARCHA DE LOS ESCARPINES invita a respetarnos siendo “voz de quienes no tienen voz”. 
La cita: el próximo miércoles 30 de octubre a las 18hs., en Rivadavia y Callao (sobre Rivadavia).
“..la atención a la vida humana en su totalidad ha llegado a ser en los últimos tiempos una verdadera y específica prioridad del Magisterio de la Iglesia, particularmente de la vida más indefensa, es decir, del discapacitado, el enfermo, el nasciturus, el niño, el anciano…”  Papa Francisco Entro. Gin. 20-9-2013
Ûnete a nosotros para rezar el Santo Rosario para que nuestros recientemente elegidos representantes,  promuevan leyes que defiendan la familia "se podría decir, sin exagerar, que la familia es el motor del mundo y de la historia". Papa Francisco 25 de octubre Plaza de San Pedro.
Defender la vida en todas sus etapas, protegiendo a la mujer durante todo el embarazo, donde hoy corren riesgo de ser vulneradas dos vidas, la de la madre y la del niño concebido que lleva en su vientre. Nos acompañara una imagen de la Virgen de Lujan bendecida por el Papa Francisco.
Durante la Marcha se repartirán escarpines y folletos educativos. Marcha de los Escarpines, en su preocupación por nuestra cultura,  ha comenzado una campaña de reparto gratuito de folletos formativos, en escuelas.
Se agradece su difusión-Si no podes concurrir te pedimos, nos acompañes con tu oración.

Marcha de los escarpines-Voz de los que no tienen voz
Olga Muñoz 15 6433 3336-Miriam Torrontegui

martes, 22 de octubre de 2013

Misa por la memoria litúrgica del beato Juan Pablo II

Misa por la memoria litúrgica del beato Juan Pablo II

Hoy, martes 22 de octubre, a las 19, se celebrará una misa en honor al beato Juan Pablo II en la basílica del Santísimo Sacramento, San Martín 1035, Buenos Aires. Este día se celebra la memoria litúrgica del beato, según el decreto dado a conocer el pasado 12 de abril de 2011 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Promueven e invitan a participar de esta celebración eucarística los grupos de oración “Hijos Espirituales de Juan Pablo II”, que asesora el padre Leopoldo Jiménez Montenegro SSS y se reúnen en este santuario porteño. 
En la convocatoria, se destaca que ésta será la última fiesta litúrgica de Juan Pablo II como beato, ya que el 27 de abril de 2014 será proclamado santo en el Vaticano por el papa Francisco.
La delegada en la Argentina de estos grupos de oración es Julia Tiraboschi, quien además de coordinar sus actividades, desde fines de 2005 se ocupó de juntar en parroquias de esta capital y del gran Buenos Aires, firmas y testimonios de acción de gracias para la beatificación y pronta canonización de Juan Pablo II. Oportunamente le entregó en Roma al postulador de la causa Mons. Slawomir Oder, más de 6.000 testimonios y continúa aún recibiendo testimonios de gracias concedidas y peticiones. 

El beato Juan Pablo II fue elegido Sumo Pontífice el 16 de octubre de 1978 y el 22 tomó posesión de la Cátedra de San Pedro, por ese motivo se eligió ese día como su memoria litúrgica. Falleció el 2 de abril de 2005 y fue beatificado el 1 de mayo de 2010 en la Plaza de San Pedro por Benedicto XVI. 


martes, 1 de octubre de 2013

«Comunicación al servicio de una cultura del encuentro»


«Comunicación al servicio de una cultura del encuentro», tema del Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Este lunes se dio a conocer el tema elegido por el Santo Padre para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2014, como informa un comunicado del Pontificio Consejo encargado de este sector. Hace tan solo unos días el Papa Francisco destacó la importancia de la atención y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación, para dialogar con el hombre de hoy y llevarlo a encontrar a Cristo, que es un encuentro personal... compartiendo alegrías y esperanzas, como María que llevó a Cristo al corazón del hombre. Recordando con palabras del Pontífice que «estamos llamados a “hacer descubrir, también a través de los medios de comunicación social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro con Cristo”», (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre de 2013) el comunicado - que se titula «Comunicación al servicio de una cultura del encuentro» - señala los desafíos de nuestra época. Y siguiendo la invitación constante del Obispo de Roma al diálogo, como respuesta a las divisiones que crean tensiones dentro de las comunidades y entre las naciones, destaca que la era de la globalización impone con fuerza que la comunicación pueda llegar hasta los más remotos lugares del mundo real, pero también a los ambientes creados por las nuevas tecnologías, a las redes sociales.

Texto completo del comunicado Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

El ser humano se expresa sobre todo mediante la capacidad de comunicar. En la comunicación y a través de ella podemos, de hecho, encontrar otras personas, nos expresamos a nosotros mismos, nuestro pensamiento, aquello en lo que creemos, cómo querríamos vivir y, quizá lo más importante, aprendemos a conocer a las personas con las que estamos llamados a vivir. Una comunicación semejante requiere honestidad, respeto recíproco y esfuerzo por aprender los unos de los otros; exige la capacidad de saber dialogar respetuosamente con las verdades de los otros. Efectivamente, a menudo lo que inicialmente parecía “diversidad” revela la riqueza de nuestra humanidad, y en el descubrimiento del otro encontramos también la verdad de nuestro ser.
En nuestra época se está desarrollando una nueva cultura, favorecida por la tecnología, y la comunicación es en un cierto sentido “amplificada” y “continua”. Por tanto, estamos llamados a “hacer descubrir, también a través de los medios de comunicación social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro con Cristo” (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre de 2013).
En este contexto, cada uno de nosotros debería aceptar el desafío de ser auténtico, testimoniando los valores en los que cree, su identidad cristiana, su vivencia cultural, expresados mediante un lenguaje nuevo para llegar a compartirlos.
La capacidad de compartir, reflejo de nuestra participación en el Amor trinitario creativo, comunicativo y unificante, es un don que nos permite crecer en las relaciones personales, que son una bendición en nuestra vida, así como encontrar en el diálogo una respuesta a esas divisiones que crean tensiones dentro de las comunidades y entre las naciones.
La era de la globalización impone con fuerza que la comunicación pueda llegar hasta los más remotos lugares del mundo real, pero también “a los ambientes creados por las nuevas tecnologías, a las redes sociales, para hacer visible una presencia … que escucha, dialoga, anima” (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre de 2013), de forma que nadie quede excluido.
El Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales 2014 invita a explorar el potencial de la comunicación en un mundo siempre conectado y en red, con el fin de que las personas estén cada vez más cercanas y se construya un mundo más justo.
La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, única jornada mundial establecida por el Concilio Vaticano II (Inter Mirifica, 1963), se celebra en muchos países, por recomendación de los obispos del mundo, el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés (el 1 de junio en el 2014).
El Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se publica tradicionalmente con ocasión de la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas (24 de enero).

lunes, 30 de septiembre de 2013

JUAN PABLO II y JUAN XXIII SANTOS

Francisco canonizará a los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II el próximo 27 de abril, Domingo de la Divina Misericordia


Tal como estaba previsto, esta mañana a las 10, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, durante la celebración de la Hora Tercia, el Santo Padre Francisco celebró el Consistorio Ordinario Público para la Canonización de los Beatos Papas Juan XXIII y Juan Pablo II.

En el curso del Consistorio, el Papa ha decretado que los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II sean inscriptos en el Libro de los Santos el 27 de abril del próximo año 2014, segundo domingo de Pascua y de la Divina Misericordia.


viernes, 20 de septiembre de 2013

EL ALMACEN - RADIO EL MUNDO AM 1070 Khz.

"EL ALMACEN" de MARITA REGOLO por RADIO EL MUNDO AM 1070 Khz. todos los DOMINGOS de 13 a 16 hs. a partir del 29 DE SEPTIEMBRE

Contacto FACEBOOK ALMACEN PRODUCCIONES
http://www.radioelmundodigital.com/

PAPA FRANCISCO-Entrevista a la "La Civiltá Cattolica"

ENTREVISTA DEL PAPA FRANCISCO A LAS PUBLICACIONES JESUITAS
Ciudad del Vaticano, 20 septiembre 2013 (VIS).-El Papa Francisco ha concedido una larga entrevista publicada por la revista “La Civiltá Cattolica” y, contemporáneamente, por otras 16 revistas de la Compañía de Jesús en todo el mundo. La entrevista es fruto de tres amplios coloquios y mas de seis horas de charla con el director de “La Civilta Cattolica”, Antonio Spadaro durante el mes de agosto en la Casa de Santa Marta.
A lo largo de más de treinta páginas, el Papa habla con absoluta franqueza de sí mismo, de sus gustos literarios y artísticos (Dostoyevski y Holderlin, Borges y Cervantes, Caravaggio y Chagall, pero también el Fellini de “La Strada”, Rossellini, “El festín de Babette”, Mozart y el Wagner de “La tetralogía”) de su experiencia en la Compañía de Jesús y como arzobispo de Buenos Aires y para, definirse dice.” No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”.
“Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones - dice refiriéndose a su época como Provincial en la Compañía de Jesús - me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador”. Pero, como arzobispo esa experiencia le hizo comprender la importancia de escuchar otros pareceres “Creo que consultar es muy importante -sostiene- Los consistorios y los sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos rígida”.
También aclara que su formación como jesuita y en particular el discernimiento le han hecho vivir mejor su ministerio. “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz (…) La sabiduría del discernimiento nos libra de la necesaria ambigüedad de la vida, y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificarán con lo que parece grande o fuerte”.
Para el Papa la necesidad primaria de la Iglesia actual es tener la “capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas... Y hay que comenzar por lo más elemental (…). La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!”. Y para ello “el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’ (…). En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente”.
Refiriéndose a cuestiones complejas como la homosexualidad o los casos de divorciados católicos que se han vuelto a casar, insiste en la necesidad de “tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí -afirma- entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”.
El Papa añade que “las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes” y que “una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente ...Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio (...). La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales".
Reflexionando sobre el papel de la mujer en la Iglesia reitera: “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino....Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.
Otro tema tocado en la entrevista es el del Concilio Vaticano II que “supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea. Produjo -dice el Papa- un movimiento de renovación que viene sencillamente del mismo Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia. El trabajo de reforma litúrgica hizo un servicio al pueblo releyendo el Evangelio a partir de una situación histórica completa. Sí, hay líneas de continuidad y de discontinuidad, pero una cosa es clara: la dinámica de lectura del Evangelio actualizada para hoy, propia del Concilio, es absolutamente irreversible”
En los últimos pasajes de la entrevista Francisco habla de la tentación de “buscar a Dios en el pasado o en lo que creemos que puede darse en el futuro” y afirma: “Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios concreto por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios. Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo bárbaro acaban generando en la Iglesia deseos de orden entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy”.
Para leer el texto de la entrevista en castellano, publicado por la revista “Razón y fe" http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf

lunes, 9 de septiembre de 2013

PAPA FRANCISCO - REZAD POR LA PAZ

Ciudad del Vaticano, 7 de septiembre (VIS).-Cien mil personas han acudido a la Plaza de San Pedro respondiendo al llamamiento lanzado por el Papa Francisco en el Ángelus del pasado domingo cuando convocó para hoy, 7 de septiembre una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en todo el mundo a la luz de las circunstancias dramáticas que atraviesa Siria. Desde ese día han llovido las adhesiones a una iniciativa que ha sido aplaudida no sólo por los católicos sino por las otras confesiones cristianas, por los pertenecientes a otras religiones, desde budistas a judíos y musulmanes y también por aquellos que no pertenecen a religión alguna. Se han movilizado parroquias y asociaciones, Caritas y la Comunidad de San Egidio, grupos de oración y órdenes religiosas como las Carmelitas descalzas de Tierra Santa; alcaldes y presidentes de autonomías regionales, organizaciones por la paz, la cooperación y el desarrollo, sindicatos, etc... Al llamamiento se ha adherido una larga lista de personalidades como el arquitecto italiano Renzo Piano, el presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz o el Gran Mufti de Siria, lider espiritual de los sunís que esta tarde en Damasco ha invocado la paz en la mezquita de los Omeyas con los jefes religiosos de su nación. En las iglesias católicas de todo el mundo, desde Australia hasta Egipto, se ha elevado esta tarde una oración por la paz.
 
Ya desde esta mañana la Plaza estaba abarrotada de personas; entre ellas eran numerosas las que querían confesar, a partir de las 17,45 con alguno de los 50 sacerdotes instalados en el Brazo de Constantino y bajo las columnatas, porque Francisco quería que en esta jornada estuvieran presentes los confesores porque, “la verdadera paz nace del corazón del ser humano reconciliado con Dios y con sus hermanos”. A las 18,30 se han vuelto a leer las palabras que el Papa pronunció el pasado domingo como introducción de la Vigilia que ha comenzado a las 19 con el saludo del pontífice y el canto del “Veni Creator”, al que ha seguido la entronización de la imagen de la Virgen como “Salus Populi Romani”, llevada por cuatro Guardias Suizos.
 
El Papa ha comenzado entonces el rezo del Rosario; cada misterio iba acompañado por la lectura de una poesía de Santa Teresita del Niño Jesús y al final se invocaba a María: “Reina de la Paz, ruega por nosotros. Finalizado el rezo del rosario, el Santo Padre ha pronunciado la siguiente homilía:
 
Y vio Dios que era bueno”.El relato bíblico de los orígenes del mundo y de la humanidad nos dice que Dios mira la creación, casi como contemplándola, y dice una y otra vez: Es buena. Nos introduce así en el corazón de Dios y, de su interior, recibimos este mensaje. Podemos preguntarnos: ¿Qué significado tienen estas palabras? ¿Qué nos dicen a ti, a mí, a todos nosotros?”
 
Nos dicen simplemente que nuestro mundo, en el corazón y en la mente de Dios, es “casa de armonía y de paz” y un lugar en el que todos pueden encontrar su puesto y sentirse “en casa”, porque “es bueno”. Toda la creación forma un conjunto armonioso, bueno, pero sobre todo los seres humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios, forman una sola familia, en la que las relaciones están marcadas por una fraternidad real y no sólo de palabra: el otro y la otra son el hermano y la hermana que hemos de amar, y la relación con Dios, que es amor, fidelidad, bondad, se refleja en todas las relaciones humanas y confiere armonía a toda la creación. El mundo de Dios es un mundo en el que todos se sienten responsables de todos, del bien de todos. Esta noche, en la reflexión, con el ayuno, en la oración, cada uno de nosotros, todos, pensemos en lo más profundo de nosotros mismos: ¿No es ése el mundo que yo deseo? ¿No es ése el mundo que todos llevamos dentro del corazón? El mundo que queremos ¿no es un mundo de armonía y de paz, dentro de nosotros mismos, en la relación con los demás, en las familias, en las ciudades, en y entre las naciones? Y la verdadera libertad para elegir el camino a seguir en este mundo ¿no es precisamente aquella que está orientada al bien de todos y guiada por el amor?”
 
Pero preguntémonos ahora: ¿Es ése el mundo en el que vivimos? La creación conserva su belleza que nos llena de estupor, sigue siendo una obra buena. Pero también hay “violencia, división, rivalidad, guerra”. Esto se produce cuando el hombre, vértice de la creación, pierde de vista el horizonte de belleza y de bondad, y se cierra en su propio egoísmo”.
 
Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento. Eso es exactamente lo que quiere hacernos comprender el pasaje del Génesis en el que se narra el pecado del ser humano: El hombre entra en conflicto consigo mismo, se da cuenta de que está desnudo y se esconde porque tiene miedo tiene miedo de la mirada de Dios; acusa a la mujer, que es carne de su carne; rompe la armonía con la creación, llega incluso a levantar la mano contra el hermano para matarlo. ¿Podemos decir que de la “armonía” se pasa a la “desarmonía”? No, no existe la “desarmonía”: o hay armonía o se cae en el caos, donde hay violencia, rivalidad, enfrentamiento, miedo”.
 
Precisamente en medio de este caos, Dios pregunta a la conciencia del hombre: “¿Dónde está Abel, tu hermano?”. Y Caín responde: “No sé, ¿soy yo el guardián de mi hermano?” Esta pregunta se dirige también a nosotros, y también a nosotros nos hará bien preguntarnos: ¿Soy yo el guardián de mi hermano? Sí, tú eres el guardián de tu hermano. Ser persona humana significa ser guardianes los unos de los otros. Sin embargo, cuando se pierde la armonía, se produce una metamorfosis: el hermano que deberíamos proteger y amar se convierte en el adversario a combatir, suprimir. ¡Cuánta violencia se genera en ese momento, cuántos conflictos, cuántas guerras han jalonado nuestra historia! Basta ver el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. No se trata de algo coyuntural, sino que es verdad: en cada agresión y en cada guerra hacemos renacer a Caín. ¡Todos nosotros! Y también hoy prolongamos esta historia de enfrentamiento entre hermanos, también hoy levantamos la mano contra quien es nuestro hermano. También hoy nos dejamos llevar por los ídolos, por el egoísmo, por nuestros intereses; y esta actitud va a más: hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos. Como si fuese algo normal, seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte. La violencia, la guerra traen sólo muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de la muerte”.
 
"Tras el caos del Diluvio, dejó de llover, apareció el arcoiris y la paloma trajo un ramo de olivo. Pienso también hoy en aquel olivo que los representantes de las diferentes religiones plantamos en Buenos Aires, en la Plaza de Mayo, en el año 2000, pidiendo que no haya más caos, pidiendo que no haya más guerra, pidiendo paz".
 
En estas circunstancias, me pregunto: ¿Es posible seguir el camino de la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor y de muerte? ¿Podemos aprender de nuevo a caminar por las sendas de la paz? Invocando la ayuda de Dios, bajo la mirada materna de la Salus populi romani, Reina de la paz, quiero responder: Sí, es posible para todos. Esta noche me gustaría que desde todas las partes de la tierra gritásemos: Sí, es posible para todos. Más aún, quisiera que cada uno de nosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, incluidos aquellos que están llamados a gobernar las naciones, dijese: Sí, queremos. Mi fe cristiana me lleva a mirar a la Cruz. ¡Cómo quisiera que por un momento todos los hombres y las mujeres de buena voluntad mirasen la Cruz! Allí se puede leer la respuesta de Dios: allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz. Quisiera pedir al Señor, esta noche, que nosotros cristianos, los hermanos de las otras religiones, todos los hombres y mujeres de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡La violencia y la guerra nunca son camino para la paz! Que cada uno mire dentro de su propia conciencia y escuche la palabra que dice: Sal de tus intereses que atrofian tu corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad. Resuenen una vez más las palabras de Pablo VI: “Nunca más los unos contra los otros; jamás, nunca más ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.”La Paz se afianza solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de la justicia, sino alimentada por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad”. Perdón, diálogo, reconciliación son las palabras de la paz: en la amada nación siria, en Oriente Medio, en todo el mundo. Recemos por la reconciliación y por la paz, contribuyamos a la reconciliación y a la paz, y convirtámonos todos, en cualquier lugar donde nos encontremos, en hombres y mujeres de reconciliación y de paz. Amén”.
 
Finalizada la meditación del Pontífice, se ha guardado silencio mientras se preparaba el altar para la exposición del Santísimo. Durante la adoración se ha leído una lectura bíblica sobre el tema de la paz, seguida de la oración de un Papa sobre ese mismo argumento,y de una invocación responsorial para pedirla. Al final de cada uno de estos momentos, cinco parejas de personas (en representación de Siria, Egipto, Tierra Santa, Estados Unidos y Rusia) ofrecían incienso en el incensario a la derecha del altar. La oferta iba acompañada de una serie de invocaciones cuyo tema común era la paz, entre ellas “Señor que amas la vida lleva a la paz allí donde se decide la suerte de las naciones” y “Rompe con tu potencia creadora cualquier violencia contra la vida humana”.
 
A la adoración han seguido las lecturas, “en la forma más larga prevista para una celebración de vigilia”; se ha leído el capítulo 20 del Evangelio de San Juan. Después, alrededor de las 22,15 ha habido, hasta las 22,40, un tiempo prolongado de silencio para la oración personal.
 
La ceremonia, verdadera y propia, ha concluido con la bendición eucarística que Francisco ha impartido a los presentes. Y hoy, el Papa ha escrito a los 9 millones de personas que siguen su cuenta de tweet: “Rezad por la paz”.


miércoles, 7 de agosto de 2013

miércoles, 31 de julio de 2013

JMJ RIO 2013 - MISA DE CIERRE

La misa de cierre de la Jornada Mundial de la juventud fue el evento más esperado por todos los peregrinos.

Millones de jóvenes habían traído su bolsa de dormir, mate, guitarra, pandereta y miles de accesorios, necesarios, para lograr pasar la noche frente al mar superando cualquier imprevisto.

Cada vigilia es única. Aunque tienen características en común, suelen ser más de 10 horas bajo el manto de estrellas, con sus particularidades.
Para quienes habíamos vivenciado la madrugada del miércoles 23 de julio, se nos hacía más facil pensar que necesitaríamos llevar y comprar.

En esta oportunidad pudimos prescindir de las capas de lluvia, pues aunque el frío permanecía no hubo intermitencias. Cuando el mar comenzó a crecer en la costa, muchos armaron sus carpas iglú. Era una sociedad colorida, tranquilamente podríamos llamarla "barrio esperanza", cada grupo cenaba con música de fondo y conociendo en sus vecinos, nuevas culturas.

Caminamos por las calles y veredas de Copacabana para escuchar y recolectar testimonios. Como periodistas es un trabajo apasionante. Eran más de 15 cuadras . Todas minadas de peregrinos.

La noche pasó con una brisa de nuevos aires. Mientras apuestas y especulaciones se escuchaban sobre cuál sería el próximo destino de la jornada mundial. Se hablaba de algún rinconcito de África, o México. También se nombraba el continente Asiático. Nadie acreditaba con certeza cual sería. Lo que sí puedo afirmar es que cualquier lugar iba a ser recibido con un espíritu aventurero.

Pasó la parte más dificil frente a la costa, se despejó el cielo y con éste vimos amanecer los primeros rayitos de sol. Comenzar el día frente al mar, con su sonido de fondo era un regalo gratuito e inigualable.

Nuevamente todos empezamos a rezar por el clima y seguridad. Y como respuesta a los pedidos fue el primer momento en que el sol apareció  a las 9 am. con toda la fuerza en el cielo de Brasil.

Ese pequeno detalle nos hablaba de una divinidad que quiere festejar con nosotros. Los santos  suelen decir que Dios es como el sol, siempre está aunque no le veamos. Y esto mismo se vió plasmado en los hechos.

La misa comenzó con cantos y un desfile de sacerdotes vestidos de un color crema y dorado. Entre el recorrido nos encontramos con dos sacerdotes de la diócesis de Gualeguaychú. Otro regalo más para nosotros.

Desde el lugar de prensa, en donde nos acomodamos, veíamos al coro y como terminaban de arreglar los detalles de la misa. 

Frente al palco de periodistas, había un espacio exclusivo para enfermos, discapacitados y sordo mudos. Un detalle mayor es que había tres sacerdotes que estaban junto a la comunidad sordo-muda confesando . Entre senas y miradas, Todos rodeados de un amor que abrazaba el alma. Los pobres y enfermos sin duda son prioridad. Y como diría también el Padre gualeguaychuense Cura Gaucho, Yanot: "un enfermo dos veces Cristo, un pobre dos veces Cristo".

En las pantallas gigantes veíamos al Papa comenzar el camino a nuestra fiesta. Él feliz en su papa movil, saludaba y bendecía a todos.  Cada vez que los jóvenes veían que el Santo Padre alzaba una criatura, gurisito, se unían en un solo grito de euforia.

Mientras el Papa avanzaba se lo vió tomar mate. Besar chiquitos, bendecir personas y objetos.

Un canto popular de iglesia se hacía eco, renovándolo con el nombre Francisco. Decían: -"Francisco está pasando por aqui, y cuando pasa todo se transforma la alegría viene la tristeza va". Miles de anécdotas tengo para compartir. Espero poder terminar de escribirlas para alentar a muchos cristianos a seguir para adelante el camino del amor.

La misa fue asombrosa, por la música y coreografía. La inmensidad no solo del altar sino también de la creación y el paisaje.

Las palabras del Sumo pontífice comensando con la pregunta: qué nos dice el senor? y toda su homilía resumida en 3 palabras  fue fabulosa: "1-Vayan 2- Sin miedo 3- Para servir"'
Nos habló con un código simple pero de manera extraordinaria. Su envío fue firme y confiado en que nunca estamos solos. Jesús, él va por delante y nos guía. Nos animó nuevamente diciendo: " sigan adelante y no tengan miedo"; Sentir alegría en la fe.

Nos dió como modelo la anunción y visitación de María Virgen. Y nos encomendó a su ternura.

Finalizamos con el rezo del Angelus al medio-día y cantando el himno oficial de la jornada junto a dos músicos argentinos que visitaron Copacabana, la Sole y Axel.

El sol brillante sobre la inmensidad del mar, nos recordaba  que era hora de "navegar mar adentro". Sabiendo que el próximo lugar de encuentro sería dentro de 3 anos en Polonia. Con un santo que sería canonizado este ano y al cual todos conocimos.

Los tuve presente en la misa y espero seguir los pasos del envío y visitar las tierras entrerrianas, para continuar en el camino del servicio y fe.

MARIA AGUSTINA HILDT MACIAS